LA MANIFESTACION... mis recuerdos... mis fantasmas y mis sueños.
Antes de empezar mi relato, he de decir que agradezco muchísimo, el que algunos de mis compañer@s de foro, me hayais animado a contar mi experiencia. Sin embargo, no sería justo por mi parte si no dijera, que lo que al final me ha hecho animarme a colgar mi relato en este blog, han sido las palabras que hoy me enviaba " un amigo " por correo. Sus palabras me decian lo siguiente:
"soltá ese relato... merece que lo leamos... si te salió del alma como seguro lo es... espántate a esos fantasmas con tu arte... está bien tener miedo... ero mejor es vencerlo... eso quieren... que tengamos miedo... por eso está bueno derrotarlos... y vengar tanta muerte inocente... así que arriba... con todo mi apoyo... espero leer eso pronto"
El sábado amaneció esplendido, como augurando un gran día. Me consta que nada, ni nadie habría impedido a quien así tenía pensado hacerlo, acudir a la manifestación. Aunque no cabe duda de que multitud de familias que acudieron con niños, con bebes, con ancianos, etc… quizás no hubieran podido hacerlo en caso de lluvia.
Desde que abrí la puerta del portal y pisé la calle, noté que esta vez era diferente. Oleadas de personas se dirigían hacia el mismo lado. En otras ocasiones el signo político de los convocantes, suele provocar que mientras unos van, otros vienen, es decir nadie quiere que su presencia casual en el entorno de la manifestación se preste a confusiones.
Cuando atravesaba las cinco manzanas que separan mi casa de la Gran Vía, tuve un sueño. Nada me hubiera gustado más que compartir la marcha, rodeada por la derecha de una cuadrilla de “viejos” militantes del PNV, como no, con su txapela y por la izquierda de un grupo de jóvenes de la izquierda abertzale, ataviados con su peculiar e inconfundible look. Delante y detrás, cualquier otro colectivo, de derechas, de izquierda, de centro….a todos estos, generalmente no les delata su indumentaria.
Eso hubiera sido un éxito tan grande de la sociedad frente al terrorismo de ETA, que creo que como mínimo, hubieran tenido que dedicar alguna de sus reflexiones al análisis de lo acontecido.
Esta manifestación por primera vez en muchos años, se celebraba de nuevo, como antiguamente, en la Gran Vía, debido a que la calle donde se celebran habitualmente está en obras.
Enseguida me di cuenta de lo que esta marcha silenciosa iba a significar para mí. Sabía que ese recorrido iba a remover viejas heridas. En esa Calle, hay demasiados recuerdos de los peores momentos vividos por mi, en relación al terrorismo. Sin embargo es curioso, cuando acudo a ella casi a diario a pasear al anochecer, no se me remueve todo lo que el sábado se me removió.
A lo largo de la marcha tuve que pasar en primer lugar por delante del edificio, en el que yo trabajaba, cuando explotó MI PRIMERA BOMBA. (En una de las fotos sale dicho edificio). Llevábamos años con falsas alarmas, con alarmas confirmadas, con bombas desactivadas, bombas en las cisternas de los baños. Incluso se había establecido un sistema de timbres, para que la plantilla conociera lo que había que hacer en cada caso. He de deciros, que los nervios se apoderaban de nosotros y nunca sabíamos si lo que tocaba era salir corriendo o permanecer inmóvil. Tampoco pude nunca distinguir si el aviso era de fuego o de bomba... al fin y al cabo, casi me daba lo mismo.
Aquella explosión cambió mi vida de manera radical. Hubo compañeros que se tiraron por las ventanas del segundo piso. Gracias a Dios, casi todas las ventanas al tratarse de un edificio antiguo, estaban atascadas y no podían abrirse. Ya que no se que hubiera ocurrido en caso de poderse abrir todas las ventanas. En la huida despavorida, la gente se pisaba por las escaleras, en un desesperado afán de llegar a la calle.
El mayor impacto, sin embargo, lo recibimos al llegar a la calle y ver toda la zona acordonada y las ambulancias y los coches de policía esperando. En un primer momento nos pareció una atrocidad que no se hubiese procedido a llevar a cabo un desalojo y sin embargo hubiera habido tiempo de llamar incluso a la prensa.
Después comprendimos que gracias a eso, no hubo que lamentar mayores desgracias.
Cuando al día siguiente vi en la prensa y en la televisión las imágenes del lugar en el que yo me encontraba cuando estalló la bomba, creí morirme. No podía creer que estuviésemos vivos. Es increíble que a pesar de que tras el estallido el fuego comenzó de forma inmediata, fueron suficientes unos minutos para poder desalojar todo un edificio, antes de que las llamas devoraran varias plantas y multitud de archivos.
A partir de ese momento, algo se rompió dentro de mí, algo me impedía vivir de manera tranquila. Eran muchos años ya de carreras, desalojos, amenazas, miedos, temores. No solo en el entorno laboral, sino también en la universidad. Eran ya muchas las personas conocidas que se habían ido quedando en el camino. Muchos los extorsionados... MUCHOS... muchos de todo.
En unos meses me trasladé a Alicante, no conocía ni siquiera la zona. Mi situación personal, facilitó ese traslado. Con un mapa en la mano, empecé a eliminar destinos, por frío, por calor, por tal, por cual causa y terminé allí. Sinceramente creo que fue la decisión más sensata de cuantas he tomado en mi vida. Mi única premisa fue que hubiese mar.
Durante casi 8 años intenté olvidarme del terrorismo. Sin embargo aunque el día a día se vivía tranquilamente, enseguida empezaron los atentados en las zonas turísticas y con ello de nuevo el miedo. Además todo lo que se vivía en el País Vasco, lo seguía a través de la prensa o de la televisión con mucha más inquietud y preocupación de lo que hubiera sido normal.
Por otro lado, el lugar que elegimos mi pareja y yo para vivir, era un sitio apartado, aunque a escasos 15 minutos en coche de nuestros trabajos. Buscábamos paz, tranquilidad, calma y sosiego en nuestras vidas. Sin embargo, enseguida llegaron los dimes y diretes en el pueblo al que pertenecía nuestra casa. Que si éramos terroristas huidos, que si la matrícula era de Bilbao, que si éramos muy extraños y solitarios….
Gracias a Dios, en cuanto se informaron (incluso la guardia civil del pueblo lo hizo) y descubrieron donde trabajábamos y de que “familia” era mi pareja, todas las suspicacias desaparecieron y pudimos por fin iniciar una vida verdaderamente tranquila y relajada.
Cada mañana, yo acudía en mi 600 al pueblo, se llamaba Lucas ( sí... tenía nombre mi coche ) , fué un hermoso regalo que mi pareja me hizo, acondicionándolo con todo lujo de detalles. Llamaba verdaderamente la atención, parecía salido de un museo. Como digo, cada mañana, me dirigia al pueblo, lo dejaba aparcado delante del cuartel de la Guardia Civil y cogía el autobús de línea que tras recorrer 14 kms. me dejaba en la puerta de mi trabajo. Al volver a las 3 hacía el recorrido inverso.
Cuando a los 7 años de permanecer en Alicante, aprobé la quinta y última de las oposiciones, que he realizado a lo largo de mi vida laboral, la que me facilitó el acceso al puesto que ahora ocupo, tuve de nuevo que elegir. En Alicante no había vacantes y en Bilbao sí. Además para entonces empezaba a pesarme ya demasiado el alejamiento de mi tierra y de mi familia, aunque he de reconocer que aquellos años fueron increíbles, porque tuve la oportunidad de conocer una Comunidad diferente totalmente a la mía, en todo, costumbres, clima, formas de ser, de trabajar y de vivir de las personas, etc... Eso te enriquece un montón como persona y te ayuda a comprender un poco mejor a los demás.
Allí hice grandes amigos, todos ellos curiosamente también de fuera, pero afincados por uno u otro motivo en esa maravillosa tierra. Hoy tantos años después los sigo conservando, visitando, etc…
Como la vida a veces parece convertirse en una especie de circulo, en el que se van enlazando los episodios... unos años después de estar ya de nuevo en mi tierra, una bomba atentó contra ese cuartel de la Guardia Civil de aquel pueblo, que años antes nos había acogido con los brazos abiertos. Casualidades de la vida, la explosión fue en el lugar exacto donde yo aparcaba aquel 600 cada día durante años. Ya veis, un lugar que para mí era el símbolo inequívoco de que allí estaba seguro, al lado de la Guardia Civil.
La marcha de la manifestación continuaba mientras yo seguía absorta en los recuerdos que aquella primera bomba, me provocaban. Sin embargo pocos pasos después, de nuevo tuve que enfrentarme a dolorosos recuerdos. Pasamos delante de una multinacional francesa, encima de la que tuvimos la mala fortuna de alquilar nuestro primer piso al volver a Bilbao.
Quien me iba a mí a decir, que nada más volver a mi tierra, a los pocos meses, me iba a estallar en plena noche MI SEGUNDA BOMBA. La colocaron en el edificio de esa empresa francesa, encima de la cual vivíamos. Literalmente nos levanto de la cama por los aires y aterrizamos en la alfombra. Al mismo tiempo las cortinas y las barras que las sujetaban eran arrancadas de cuajo y nos caían encima. Las lámparas se rompieron. Los cristales también. TODO TEMBLABA. Pensamos que era un terremoto y nos alejamos de la zona externa de la casa, hacia el interior. Cuando aquello cesó, nos pusimos una bata y las zapatillas y salimos corriendo a la calle. Enseguida comprendimos que de nuevo se trataba de una bomba.
Es dificil explicar, la impotencia, el miedo y la rabia que uno puede llegar a sentir en una situación semejante. Aquella bomba, de alguna manera marcó de nuevo un antes y un después en mi vida. Cada paso que daba, lo hacia pensando, por esa calle no, que vive tal o cual político, por esa tampoco, que hay una empresa francesa, por aqui tampoco... ni por aqui... ni por esa....ni por la otra... Todo era absurdo, porque cuando menos lo esperabas o donde menos lo esperabas se podía producir el atentado o el coche bomba o la explosión.
Todavía, antes de podernos cambiar de vivienda, sufrimos de nuevo la explosión de una TERCERA BOMBA. Los daños materiales de ésta fueron aún mayores, pero para entonces, como se trataba de una vivienda antigua, de las que todas las habitaciones son dobles, es decir tienen una especie de gabinete o sala unida a cada habitación, yo había cambiado los muebles, situando las camas en la parte interior, muy alejada de las ventanas y la parte exterior de cada habitación, la que daba a la calle, las había habilitado en forma de salita, despacho o vestidor.
Viviendo todavía en esta casa, aún tuve que padecer, como una mañana de pronto me avisan unas vecinas a mi despacho, que acaban de asesinar en la salida de nuestro garaje a una persona que viajaba en un BMW del modelo que llevaba mi marido. Tardé casi una hora en saber que no era él. Resultó que a la misma hora y en el mismo garaje y con el mismo modelo y color de coche, salía al parecer un militar todos los días. Ambos se cruzaban a diario. Aquel día mi marido había salido antes porque tenía una reunión. Yo no lo sabía, porque yo salía de casa a las 7,30 y el lo hacía sobre las 9. No conseguía localizarle y nadie me daba razón de quien era la persona fallecida, el cordón policial impedía el acercamiento hasta que el juez llegase al lugar. Ese pobre militar fue asesinado con un tiro a través de la ventanilla, a sangre fría. Mi marido no supo nada de esto hasta el mediodía al volver a casa.
Por todos estos lugares tuve que pasar el sábado y sinceramente pensaba que lo tenía más borrado de mi mente. Se que son cosas que jamás podré olvidar, pero pensaba que ya no me dolían tanto.
A pesar de reavivar todos estos recuerdos, también he de decir, que la manifestación fue muy diferente a otras. Ante todo se respiraba calma, tranquilidad. No había crispación alguna en el ambiente. Fue absolutamente silenciosa y respetuosa. Sin pancartas, sin banderas... Tan solo los deseos de todos flotando en el ambiente... PAZ... tan solo ese sueño...LA PAZ...

No tuve más remedio que comparar esta marcha, con la última de las que se llevaron a cabo en esta misma calle. Fue la de Miguel Ángel Blanco. En aquella, yo participé desde dentro del cordón policial. Había rabia, mucha rabia y mucho miedo, en aquellos momentos y sobre todo muchísima impotencia. Dentro de aquel cordón policial, había muchos más guarda espaldas que políticos y personas protegidas en aquella ocasión. CUANTO DOLOR Y CUANTA RABIA CONTENIDA HUBO AQUEL DIA.
Dentro de aquel cordón policial, en aquella ocasión iba al lado de mi amigo X, unos días antes habían atentado contra su vida, pero por esas fatalidades del destino, esa mañana no sacó él, el coche del garage, lo sacó un familiar que desgraciadamente perdió las piernas.
Siempre he admirado la manera en que ha sabido vivir con todo esto. Una de las últimas veces que le visité en Donosti, tuvimos que compartir los juegos de nuestros hijos, rodeados de guardaespaldas.
El sábado sin embargo había muy pocos guardaespaldas, por desgracia y por experiencia, los distingo a lo lejos. Eso me gustó, porque de alguna manera significa que cada día que pasa, más personas van pudiendo vivir tranquilas. Los que no habéis pasado por nada parecido a esto que relato, no podéis imaginaros lo que significan los periodos de tregua. Es como si de pronto uno fuese libre de hacer, de ir, de venir. No se como explicarlo. Es que te sientes libre hasta de pensar y de hablar en cada momento lo que te venga en gana, aunque te cueste hacerlo.

El otro día decía me decía, casi me increpaba un forero, que si me creía yo, que solo había atentados en el País Vasco, que todo el mundo sufría igual, porque los había en todas partes. Totalmente de acuerdo con el, pero tendréis que permitirme decir, que una cosa es un atentado en cualquier lugar en un momento determinado, que por supuesto que marca de por vida a quien lo padece y otra bien distinta es vivir cada día durante muchísimos años con algo, no como lo que yo he vivido, que sinceramente es de lo más suave, frente a las vidas marcadas de verdad de cientos de profesores, políticos, concejales, miembros de partidos, empresarios, cargos de la administración, etc…eso si que es sobrevivir cada día a una pesadilla.
También pasamos a lo largo del recorrido de la manifestación, por mi primer destino a mi vuelta a Bilbao, en ese destino, tuve relación con Fernando Buesa, ambos trabajábamos en Organismos diferentes, pero en los primeros meses de mi incorporación, antes de acceder al puesto que actualmente ocupo, realicé un trabajo que tenía mucho que ver con la adaptación de los diversos Colectivos y Organismos a las transferencias que se iban haciendo, bien al Gobierno Vasco, bien a la Diputación, bien a Osakidetxa, etc…Por ello compartimos muchas horas de papeleo juntos.
Pocos años después me enteré en el despacho, por la radio de un compañero, de que acababan de asesinarle en Vitoria. Esa muerte me afectó de una manera muy especial. Por primera vez desde mi vuelta de Alicante, me plantee de nuevo, desaparecer definitivamente de mi tierra. Además para entonces, llevaba ya 4 años divorciada y podia hacerlo sin necesidad de contar con nadie. Pero tras analizarlo sensatamente, pense que si lo hacía, toda mi vida tendría a mis espaldas esa sensación de huida, de haberme dejado vencer por mis miedos, mis temores... que se yo...
Ya veis, la gran preocupación de Fernando Buesa, era no fracturar a la sociedad vasca. Hoy le dolería el alma, si viese las discrepancias tan grandes creadas entre los partidos políticos, en torno al tema del terrorismo.
A partir de este momento de la marcha y durante otra hora más, mis recuerdos, a modo de fantasmas que flotaban en el ambiente, me acompañaron en silencio. Tantas otras personas conocidas y no conocidas, que se han quedado en el camino... tantos empresarios que tuvieron que abandonar su tierra... tantas empresas huidas del País Vasco... tantas personas que por dignidad han mantenido sus empresas, pero han trasladado a sus familias fuera del País Vasco, e incluso fuera de España... TANTO... de tanto...

Otro de los grandes cambios que observé el sábado a lo largo del recorrido, fue que todos los comercios permanecían abiertos con total normalidad, hace pocos años, era impensable una manifestación con los comercios abiertos. Además literalmente, la Gran Vía de Bilbao, se blindaba, todos los comercios, las grandes firmas y los grandes Bancos que se ubican en la misma, recubrían sus fachadas con unas persianas de acero que impedían cualquier acceso a los escaparates, fachadas, etc.
Tampoco se vivió ni un solo enfrentamiento con componentes de partidos, asociaciones, etc... de cualquier signo, diferentes a los que participaban en la manifestación.

Al final de la misma, no hubo discursos, tan solo unas palabras del Lehendakari agradeciendo al pueblo su participación y un recuerdo silencioso para las dos personas asesinadas.

Cuando empecé a escribir mis pensamientos del sábado, no me creí capaz de plasmar esas vivencias que tanto daño me hicieron, sin embargo ahora que lo he hecho, no se si seré capaz de publicarlo.
Sin más la disolución de la manifestación, se llevo a cabo de una manera absolutamente normal, mientras los que habíamos llegado al Ayuntamiento nos disolvíamos, aún durante más de media hora siguió llegando gente, procedente de la cola de la manifestación.
Tan solo me queda añadir, que confio en que el sentido común impere en los representantes políticos y sean capaces de dar los pasos necesarios para que cuanto antes se consiga LA PAZ.
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