EL MUNDO DE LOS SUEÑOS

27 junio 2011

“BAILA CONMIGO HASTA EL FINAL DEL AMOR”




Música: Dance me to the end of love-Leonard Cohen






Solo ÉL podía poner semejante título a un poema hecho canción.

“Baila conmigo hasta el final del amor”… no dice hasta el final de nuestros días… o de nuestra vida… o de la noche… no… dice HASTA EL FINAL DEL AMOR… menuda declaración de intenciones y menudo reflejo de una especial filosofía sobre el amor y sobre las relaciones y la vida.





Decía Leonard en los 70 que el matrimonio era el cementerio del amor y confiesa a Alberto Manzano, traductor y adaptador de su obra al español durante más de 30 años, en la entrevista realizada el invierno de 2007 con motivo del homenaje “Acordes con Leonard Cohen”, que el matrimonio es para gente de noble pensamiento, para personas altruistas y que exige una disciplina más dura y severa que la de cualquier orden monástica. Y añade que actualmente el matrimonio es el monasterio y el monasterio es la libertad.





Y estoy de acuerdo con él en esta última afirmación, porque hace ya mucho tiempo que mis mayores sensaciones de plenitud y de libertad vienen de la mano del silencio y del aislamiento en esos retiros que acostumbro a regalarme, da igual el momento y el lugar, lo importante, lo único importante es conseguir estar a solas con uno mismo, algo que él debió de sentir intensamente a lo largo de esos casi 7 años de retiro en Mount Baldy, Bosque Nacional de Sant Gabriel (California)




Decía en esa entrevista, al hablar de la dureza de los horarios en el monasterio y de las numerosas horas de “sentada”, que solo en severas condiciones puedes estar contigo tanto tiempo y que era una de las cosas más interesantes, quizá la más fascinante que uno puede experimentar… estudiar cómo surgen los pensamientos y se disuelven los sentimientos, las emociones, las sensaciones y todos los procesos mentales. Cómo se forman y cómo se disipan. Añadía que era un proceso fascinante, pero con unas condiciones muy severas.

Y de nuevo pienso en la cabaña del monte, en mi Valle, en el Mediterráneo de mis veranos al que cada día acudo al anochecer, en todos esos lugares a los que yo voy, cuando los demás vuelven. Pienso también en ese nuevo lugar al que acudo hace meses, para practicar la soledad y el silencio, en compañía de personas que participan de mi manera de ver y de vivir la vida, un precioso caserío en medio de la naturaleza, casi a los pies del Gorbea. Y es que parece que la vida y sus circunstancias, sin yo quererlo o buscarlo expresamente, me va acercando últimamente a esos “lugares” y a esas “personas” con las que comparto mi yo más íntimo. Todos esos lugares acogen “mis retiros” y reúnen cuanto preciso para poder abandonarme por completo al silencio y a la meditación.

Y pienso también en ese difícil proceso de dejar pasar los pensamientos como si de una película se tratara… sin centrar la mirada en ellos, sin intentar atraparlos… tan solo dejando que fluyan y se vayan, sin más… sin intentar analizarlos, ni pensarlos. ¡Qué difícil tarea, en este mundo de locos en el que nos movemos cada día!




“The Future” fue en 1992 su último disco antes de ese retiro voluntario. Después de 20 años de práctica meditativa en un monasterio en el que solía retirarse varios meses al año, de pronto a mediados de los 90 se recluye durante casi 7 años. Alcohol, drogas, mujeres, excesos cometidos de todo tipo, quizás fueron la causa de ese abandono de la “vida”.

Y tras ese “The Future” y tras ese retiro, aparece en 2001”The New Songs”, muy influido por Sharon Robinson y en 2004 “Dear Heather”, fruto de su colaboración con la cantante de jazz Anjani Thomas, con la que comparte vida.





Conociendo sus poemas y su música nostálgica e intimista, se pudiera pensar que tras ese largo retiro voluntario, en su vuelta a la música, ésta fuese mucho más intimista y nostálgica si cabe que la anterior, sin embargo la práctica diaria de meditación durante esos años en un monasterio fue la causa de que a partir de ahí sus canciones fueran más alegres y como él mismo dice un poco complacientes.

Lo único cierto es que en esa entrevista realizada por Alberto Manzano, dice Leonard:

“No sé lo que pasó en ese periodo de aislamiento, pero fue muy agradable, porque ese fondo de angustia que siempre había estado conmigo desde joven, se disolvió. Desapareció.”



Y a los acordes de esta bellísima canción, que está sonando, vibró el Palau Sant Jordi en septiembre del 2009, en donde celebró su 75 cumpleaños y en donde despidió ante 14.000 personas su gira tan esperada en España. Decía La Vanguardía al día siguiente, el 22 de septiembre:

“El león de Montreal – hierático en el centro del escenario – rugió con ansias, con una voz cada vez más menguante pero absolutamente desarmante”

Pocas personas saben que Cohen, cuando llegó al mundo de la música profesional en 1966, llevaba ya 10 años publicando y siendo muy reconocido a nivel literario en EEUU y Canadá. Su primer poemario fue “Comparemos mitologías”, al que siguieron 3 libros más de poemas y dos novelas. Todos ellos publicados antes de 1966.

Leonard siente adoración por Lorca y así lo refleja al ponerle a su hija el nombre de “Lorca”. Cuenta que a los 15 años descubrió un libro de Lorca, que le acompañó hasta que empezó a perder las páginas.

Él descubrió la poesía con Lorca y yo descubro con él una poesía nueva y desconocida hasta que le escuché hablar de ella.

Descubrí a Kabir, poeta hindú del siglo XV y sus poemas místicos.

Descubrí al poeta canadiense Irving Layton y sus poemas de amor.

Descubrí a Rumi y sus poemas sufíes.

De todos ellos hay al parecer huellas en la obra de Cohen. Y digo al parecer porque adentrarse en estos autores es una labor poco menos que imposible en España. Es increíble lo complicado que es conseguir en castellano, libros de poesía que se salgan de los autores clásicos y conocidos.




 Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las letras 2011, es considerado uno de los autores más influyentes de nuestro tiempo, que ha sabido como nadie desmenuzar la vida, los sentimientos y la belleza a través de sus poemas.

El Jurado acordó la concesión del Premio por mayoría “por una obra literaria que ha influido en tres generaciones de todo el mundo, a través de un imaginario sentimental en el que la poesía y la música se funden en un valor inalterable. El paso del tiempo, las relaciones amorosas, la tradición mística de Oriente y Occidente y la vida contada como una balada interminable configuran una obra identificada con unos momentos de cambio decisivo a finales del siglo XX y principios de XXI”.





Termino, además de con su sombrero despidiéndonos como suele hacer, con las palabras que Irving Layton dijo de Cohen:


“Leonard es el único hombre que conozco que va más allá de los conceptos, que no utiliza conceptos, que no piensa en términos de conceptos o de ideas. Y de él también se puede sentenciar, como alguien dijo de Yeats, que su mente nunca ha sido violada por una idea. Piensa con todo su cuerpo. Y creo que se dio cuenta en algún lugar, quizá en el vientre de su madre, que los conceptos oscurecen la experiencia, la deforman. Y así es como Leonard desea la vida, fresca, espontánea. Pero lo realmente importante es que él vive así. Toda su vida es el mejor argumento. Su obra es el argumento. Leonard asombra,confunde y, al final, destruye a sus oponentes, simplemente siendo”

(Hola amigas/os, por fin edito algo de nuevo tras muchos meses sin hacerlo. La vida y sus circunstancias me han mantenido alejada por diversos motivos... la perdida de personas queridas... fantasmas del pasado empeñados en empañar mi horizonte... salud... Pero ya estoy de nuevo al pie del cañón, descansando en el Mediterráneo de mis veranos, cogiendo fuerzas para afrontar el otoño que comenzará con una visita a los hombres de verde de nuevo... algo nada importante pero que hay que resolver cuanto antes si quiero seguir tecleando)

>