Rainer Maria RILKE... y el amor...

Rilke es uno de mis poetas favoritos y de entre sus escritos me quedo con su correspondencia.
Me encanta el género epistolar y por ello leo una y otra vez las cartas que escribió a lo largo de su vida a su esposa, su cuñado, sus amigos o sus amantes. Al leer estas cartas surgidas en el día a día cotidiano es cuando uno descubre su verdadera forma de ser y de pensar. Yo diría que de una forma mucho más real y auténtica que cuando se lee un poema suyo, porque en un poema podemos dejar volar nuestra imaginación, pero en una carta tan solo habla nuestra realidad y nuestro corazón.
Sobre todo hay que tener en cuenta que en aquellos momentos en que se escribían estas cartas, el autor desconocía que un día iban a ser publicadas.
Me gusta especialmente la carta escrita el 29 de abril de 1904, desde Roma a su cuñado Friedrich Westhoff, que tenía 20 años y que encierra párrafos bellísimos. Pero entre todos ellos voy a destacar los que se refieren al amor.

No sin grandes dolores, mi querido Friedrich, nos hemos dado cuenta de esto, y todo el que quiera llevar una vida propia ha de aprenderlo de una u otra forma.
Una y otra vez he tenido que rehacer la experiencia de que apenas hay algo más difícil que amarse.
A esta observación hay que añadir otra: que los jóvenes no están preparados a tan difícil amor, pues la sociedad ha intentado convertir en trivial y frívola esta complicadísima y suprema relación, y les han hecho caer en el espejismo de que estaba al alcance de cualquiera.
No es así. El amor es difícil, más difícil que lo demás, porque, en otros conflictos, la naturaleza misma invita al ser humano a concentrarse, a recogerse en sí mismo con todas sus fuerzas, mientras que en la exaltación amorosa acecha la tentación de abandonarse del todo.
Semejante entrega no puede ser buena… Los jóvenes que se quieren con toda la impaciencia y la prisa de su pasión, se arrojan uno en brazos del otro y no aprecian qué carencia de mutua valoración hay en esa entrega desordenada; sólo lo notan con asombro y desgana en el desacuerdo que no tarda en surgir a causa de todo ese desorden.

Cada cual, en su inseguridad, se vuelve más y más injusto contra el otro: los que solo soñaban con una mutua benevolencia, se tratan ahora de modo tiránico e intolerante…
Este es sólo el último eslabón en esa larga cadena de errores…”
Y aqui viene para mí el mejor párrafo...
“Vivir es justamente transformarse, y las relaciones humanas, que son lo esencial de la vida son lo más mudable de todo, lo más fluctuante, y los verdaderos amantes son seres en cuya relación y contacto ningún momento es idéntico a otro: seres entre quienes nunca tiene lugar algo habitual, algo que ya haya existido alguna vez, sino lo puramente nuevo, lo inesperado, lo inaudito.
Existen tales relaciones de las que debe de surgir una dicha inmensa, casi invivible, pero sólo pueden entablarse entre personas de gran riqueza, entre seres ya ordenados, concentrados. Sólo dos mundos singulares, amplios y profundos, pueden unirse.”

“… deben aprender el amor y para eso como en todo aprendizaje, hace falta paz, paciencia y concentración”
“Quien ama, debe intentar comportarse como si tuviera ante sí un gran trabajo…”
“Y quien quiera tener en su vida un hondo amor, debe ahorrar, reunir, y producir miel”
“No hay que desesperar si se ha perdido algo, una persona, una alegría o una dicha: todo vuelve de nuevo con mayor esplendidez. Lo que debe desprenderse, cae. Lo que nos pertenece, permanece en nosotros…”
Seguiría eternamente leyendo, releyendo y compartiendo con vosotros estas cartas, que son como la mejor lección de vida, pero… estamos en un blog…
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