CAMBIANDO LAS MIRADAS

Warm Air de VANESSA MAE

El 29-11-2008, me reconciliaba con la vida y con el mundo por un rato, mientras recorría los alrededores del Museo Guggenheim y la sala pez me llamaba a gritos invitándome a recorrerla a solas.

En aquella ocasión decía, que uno de los lugares que acostumbran a sanar mi alma cuando amenaza con desfallecer es mi Valle.

Como últimamente me es imposible desplazarme a ese Valle, para visitar a mis amigos los árboles y para charlar un ratito con ellos mientras paseo por el bosque, intento suplir esas ausencias llenándome de arte y de belleza siempre que puedo.

El sabado amaneció (en nuestro caso después de las 12 del mediodía) con un día radiante de invierno, uno de esos días en los que la intensidad de la luz apenas te deja ver el horizonte.

El día 14 comenzó en Bilbao una exposición titulada “Arte en la Calle” con la que lo que se pretende es acercar el arte al gran público, sacarlo de los Museos en donde a menudo permanece absolutamente prisionero y encorsetado.

Al igual que en enero de 2008 la Fundación Obra Social La Caixa, vistió Bilbao con las esculturas de Manolo Valdés, este año ha vestido la Gran Vía con 7 maravillosas esculturas de Auguste Rodin.

Tuve la fortuna de conocer la obra de Rodin en Paris. Pero cuando más la pude disfrutar fue en el verano del 2000 cuando el Museo de Bellas Artes de Bilbao, trajo 116 piezas de las que se conservan en el Museo Rodin de París. También entonces fue una iniciativa de La Caixa. En aquella ocasión visitamos la exposición mi ama, mi hija con sus 10 años y yo.

En esta ocasión pensaba irme sola, ya que mi hija solo puede desplazarse en estos momentos en silla de ruedas y se niega a salir, salvo cuando es absolutamente necesario.

Sin embargo… a mi rutinaria pregunta, a la que por sistema responde con un NO… el sábado respondió con un SI.

Y allá que nos fuimos las dos, por primera vez en mucho tiempo a llenar nuestras miradas de algo diferente.

Yo sabía que ni mi fuerza, ni mis brazos iban a acompañarme en la aventura, pero me daba igual, tenía tantas ganas de hacer esto con ella…

Permanecimos en la calle más de 3 horas, observando las esculturas cuanto quisimos, entrando en cuantas tiendas se le antojó entrar, saboreando el jamón de “La Viña” y los helados de “Alaska”

Se compró ropa, que quizás en muchos meses no pueda ponerse y lápices de ojos y un bolso… y… y….

Me daba lo mismo, le hubiera comprado la luna si me la llega a pedir. El caso es que sonrió y bromeó conmigo cuando al cabo de dos horas, no podía seguir tirando de la silla porque mi hombro derecho se quejaba…

¡Vaya dos ruinas decía riendo… ¡

¡Mami… tu párate en una esquina que encima nos darán propina… ¡

Volvió a casa contenta y dispuesta a comerse el mundo de nuevo. Al fin y al cabo, lo que siempre ha hecho. Pude comprobar que el arte, además de modificar mi mirada, también puede modificar la suya.

Esto vino a confirmar aquella teoría mía, de que al fin y al cabo todo debe de estar en la genética, como cuando descubrí que al igual que a mi me hablan los árboles y los libros, a ella con 7 años ya le hablaban los peluches...

Por todo esto, he querido compartir ese recorrido con vosotros, visto desde mis ojos y con mi mirada.

Las esculturas, han sido instaladas por motivos de seguridad delante del Palacio de la Diputación.

Esta noche he vuelto yo a contemplarlas en medio de la oscuridad y a solas

A “El Pensador”, le acompañan seis estudios preparatorios del Monumento a los burgueses de Calais, encargado a Rodin por esta ciudad francesa para conmemorar un episodio de la Guerra de los Cien Años, cuando el rey inglés Eduardo III conquistó dicha ciudad francesa y obligó a seis burgueses a entregarse para ser ajusticiados a cambio de la salvación del municipio.

Rodin concibió estas piezas para que permanecieran al aire libre, porque siempre tuvo el empeño de que sus obras "estuvieran al alcance de todo el mundo y no hubiera barreras entre el arte y los ciudadanos”

El reconocimiento y la holgura económica no le llegaron hasta después de los 50 años, tras el rechazo que el entorno académico mostró ante algunas de sus obras hoy más admiradas.

Los círculos artísticos contemporáneos se escandalizaron de sus creaciones y tardaron más de 20 años en tomarse en serio sus obras.

Rompió con el concepto académico de belleza. Según él, la belleza residía en el carácter, en la autenticidad y en huir de la búsqueda de lo bello para alcanzar la expresión.

Exagera las formas y las retuerce hasta crear posturas imposibles. Por ejemplo “El pensador” exhibe una desproporcionada musculatura, mientras cavila en una posición más que improbable.

Le interesó la esencia y el concepto y por ello sacrificó los detalles.

Para él, el arte de la escultura consistía en captar la vida en movimiento. Para plasmar ese movimiento debía captar un instante entre dos posturas concretas, un lapso entre el principio y el fin de un gesto.

Sus esculturas están pensadas para un espectador activo, capaz de verlas y admirarlas desde infinitos puntos de vista.

Rodin era modelador. Sus trabajos en arcilla eran traducidos a otros materiales por sus ayudantes, por ello una misma obra la encontramos en yeso, mármol y bronce.

Fue escultor, dibujante y fotógrafo.

En la intimidad de su taller y lejos de la mirada pública, llevó a cabo durante años una experiencia creativa basada en el reciclaje de sus propias esculturas; reutilizaba fragmentos, los unía ignorando las proporciones y creaba formas disparatadas, en lo que constituye un preludio del collage.

Como suelo decir, la vida es una montaña rusa y el sábado nos regaló a ambas un ratito de recorrido por los más elevados bucles de esa montaña.