CUANDO UNA

HORA DURA

MUCHO MAS

QUE SESENTA

MINUTOS ...

Hay momentos en la vida, en los que el tiempo parece detenerse, en los que una hora, esa hora que tan bien conocemos, esa hora de la que generalmente creemos nos han robado un pedacito, de pronto, se nos antoja eterna.

Esta mañana he descubierto lo larguísima que puede llegar a ser una hora. También he descubierto que una vida cabe en una hora y hasta en menos tiempo.

Mientras me hacían una prueba y permanecía absolutamente inmóvil, sobre una dura y fría camilla, más propia del Anatómico Forense, que de un lugar en el que se supone uno debe de permanecer cómodo, dentro de un tubo infernal, que me ha hecho pensar en el túnel del tiempo, he decidido repasar mentalmente mi vida.

Estaba claro que el momento ZEN, hoy no servia, ya que de lo que se trataba era de huir del momento presente e intentar pasar el rato de la mejor manera posible.

Mi sorpresa ha sido, cuando tras escudriñar todos y cada uno de los pasajes de mi vida, de una manera que a mí se me ha antojado minuciosa, la maldita hora, aún no había pasado.

Para entonces mi cuerpo ya no era mió, me había convertido en una especie de estatua de cartón piedra, propia de los decorados de las películas del oeste.

Cuando la camilla se ha deslizado fuera del tubo y he comprendido que por fin aquello tocaba a su fin, es cuando me he dado cuenta de que no podía moverme. Estaba totalmente agarrotada.

Las enfermeras, casi tienen que llamar a la pobre KAROLA, que es una preciosa grúa pintada de rojo, que a modo de monumento recordatorio de aquellas épocas en las que la ría de Bilbao, estaba poblada de ellas, se erige al lado del Museo Marítimo, a escasa distancia de la clínica en la que me encontraba.

Lo dicho….hoy he vivido una hora, que ha durado muchísimo más que el resto de las horas del día.